Cajamarca , Peru 2019
ICPNA, Centro de Lima, Peru 2020
Este proyecto se despliega en dos etapas interconectadas, ambas enraizadas en un encuentro con Máxima Acuña, una campesina y tejedora peruana conocida por su resistencia al proyecto minero Conga, en su tierra natal de Tragadero Grande, Cajamarca, en lo alto de los Andes.
La primera etapa, titulada Alhajas Máxima, comenzó durante una residencia organizada por Hawapi en 2019. Durante nueve días de acampada y colaboración con Máxima y su familia, creé una serie de cuentas de cerámica utilizando arcilla recolectada de su tierra. Cocidas al aire libre con materiales locales, estas cuentas fueron ensambladas en amuletos protectores y regaladas a la familia. Este gesto poético propuso una inversión de valores: el verdadero tesoro no es el oro que la minera busca extraer, sino la tierra misma como un espacio de enraizamiento y cuidado.
A partir de esta experiencia, construí un módulo de madera con forma de casa, una suerte de urna museográfica, donde las cuentas de cerámica forman una cartografía sensible del territorio. La instalación incluye elementos de la vida cotidiana: alimentos tradicionales andinos, herramientas, textiles y dispositivos electrónicos, capturando un retrato multifacético de resistencia. Dos trenzas hechas de ichu, una planta recolectada de la tierra, simbolizan un gesto de unión: entre mujeres, memoria y la tierra. Como tejedora, el acto de Máxima de trenzar hilos se convierte en una metáfora de fuerza y resistencia colectiva.
La segunda etapa, Amor Sin Límites—una frase tomada de una de las mantas tejidas por Máxima—revive esta historia años después. La manta ahora se presenta con intervenciones cerámicas, junto con recreaciones de los amuletos originales y nuevos objetos que exploran temas de resiliencia, cuidado y cohesión comunal.
Hoy, mientras Máxima sigue enfrentando amenazas y aislamiento a medida que la minería avanza a su alrededor, este trabajo busca activar una memoria viva y un gesto colectivo de solidaridad. Afirma las tecnologías manuales y afectivas como formas de resistencia contemporánea, fundamentadas en el conocimiento ancestral y la protección de la tierra y la vida.